«OBSERVACIONES SOBRE LA ESENCIA DEL TANTRA BUDDHISTA» – S.S. GONGMA TRICHEN, El 41º SAKYA TRIZIN

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OBSERVACIONES SOBRE

LA ESENCIA DEL TANTRA BUDDHISTA

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Su Santidad Gongma Trichen

el 41º Sakya Trizin

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(Online y PDF)

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Extraído desde:

https://garywonghc.wordpress.com/

para su traducción del inglés al castellano por

Kunga Samten Daleffe

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Online

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OBSERVACIONES SOBRE

LA ESENCIA DEL TANTRA BUDDHISTA

Por Su Santidad Gongma Trichen, el 41º Sakya Trizin

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En Su infinita compasión, sabiduría y poder, el Señor Buddha Shakyamuni impartió innumerables enseñanzas dirigidas a ayudar a innumerables seres con sus disposiciones infinitamente diversas. Estas enseñanzas pueden clasificarse según dos enfoques: el Sravakayana y el Mahayana. El primero concierne a la salvación individual, mientras que el segundo enfatiza el ideal universal del Bodhisattva, un ser decidido a alcanzar la iluminación por el bien de todos los seres y que ha hecho el voto de permanecer en el samsara hasta que todos los seres alcancen la liberación.

El Mahayana en sí mismo puede dividirse en el Paramitayana —o Vehículo de la Perfección— también conocido como Vehículo Causal, según el cual el Bodhisattva cultiva la perfección moral como causa de la futura Buddheidad; y el Mantrayana —o Vehículo del Mantra—, también conocido como Vehículo Resultante, mediante el cual uno realiza la sabiduría o gnosis al seguir ciertas prácticas. Aunque ambos vehículos fueron ampliamente practicados en el Tíbet, el Mantrayana y sus cuatro clases de Tantra —Krya, Carya, Yoga y Anuttarayoga— fueron especialmente apreciados. Eran vistos como una joya preciosa, cuya pureza se preservaba mediante el desarrollo de una tradición monástica cohesiva, aislada del mundo exterior.

La palabra «tantra» rara vez se utiliza en el buddhismo tibetano y suele referirse al cuerpo de escrituras tántricas. Los términos «Mantrayana» o «Vajrayana» son utilizados más comúnmente en referencia a un sistema doctrinal. El término «Vajrayana» se refiere al camino espiritual que es inmutable, el Vehículo Diamantino que conduce a la realización de la mente iluminada, y que está siempre presente aunque actualmente oscurecido por nuestra ignorancia (avidya).

Etimológicamente, la palabra «tantra» puede entenderse como un continuo, un hilo o linaje que da continuidad a las enseñanzas, del mismo modo que un código genético determina la forma que adoptan al nacer los insectos, los pájaros y todas las criaturas sintientes, de modo que el tantra, en el sentido buddhista, puede entenderse como ese código «genético» que vincula nuestra Naturaleza Búddhica a través de sucesivas encarnaciones hasta alcanzar la iluminación. Y así, una iniciación Vajrayana en una vida puede resultar en un renacimiento como buddhista o como alguien que se embarca en el camino del Bodhisattva.

Los Tantras son textos sagrados que no tienen un comienzo temporal. No se originan en el reino humano. Los Tantras buddhistas e hindúes comparten muchas similitudes, pero también tienen muchas diferencias. Los Tantras propuestos por el Buddha Shakyamuni, como el Tantra Hevajra, el Tantra Kalachakra y el Tantra Guyasamaja, encuentran su origen en Sus propias palabras, tal como le fueron reveladas por el Adi-Buddha Vajradhara. Es a través de la práctica de estos Tantras que el Buddha alcanzó la iluminación.

Aunque el tantrismo es un método común tanto al hinduismo como al buddhismo, existen muchas diferencias en esencia y en detalle entre ambos. El carácter complementario de los Tantras buddhistas e hindúes se desarrolló como vías alternativas para buscar la liberación de la esclavitud del samsara. Existe cierta especulación de que el tantrismo se remonta a la era pre-Aria, a la fase más antigua conocida de la civilización india. Los académicos creen que se originó en el noroeste de la India y que se extendió a través de las estribaciones del Himalaya a todo el subcontinente indio. Muchas de las deidades tántricas comenzaron como dioses y diosas locales que luego se incorporaron al sistema tántrico. El sistema fue ampliamente practicado por ambas religiones en los siglos IV y V d.C. y alcanzó su apogeo en la India en los siglos X y XI. Según algunos académicos tibetanos e indios, varios de los ochenta y cuatro Mahasiddhas buddhistas eran en realidad Mahasiddhas hindúes. Un ejemplo de esto sería el gran Mahasiddha buddhista Luipa, a quien algunas fuentes citan como siendo el Mahasiddha hindú Matsijendra. Estos «perfeccionados» eran conocidos colectivamente en las historias india y tibetana como los ochenta y cuatro Siddhas. Es a sus biografías a las que debemos recurrir si queremos comprender la transmisión oral de los primeros Tantras. El Tantra es un método, una técnica. Sus primeros practicantes no se interesaban por las etiquetas, al igual que un físico nuclear no se preocupa por su nacionalidad cuando compara notas con un colega extranjero. Ellos se preocupaban por el método y debatían sobre la eficacia de sus respectivas técnicas. Muchos practicantes hindúes finalmente fueron persuadidos de adoptar la visión Mahayana.

En la antigua India había muchas escuelas de tantrismo hindú, donde las visiones filosóficas diferían ampliamente, llendo desde todas las formas de nihilismo hasta el materialismo. Aquí, sin embargo, la palabra «tantra» puede entenderse en el sentido hinduista de » entrelazamiento», del mismo modo que los hilos de un tejido son metáforas de la unión complementaria de los principios masculino y femenino de la pasividad y el poder cósmicos.

No estamos muy versados en el tantrismo hindú y solo podemos hablar con autoridad sobre nuestra propia tradición. Los tantras buddhistas e hindúes comparten una tecnología similar en la que existe una estructura ordenada que está en consonancia con el tejido conectivo esotérico del macrocosmos y el microcosmos. Pero aunque comparten una metodología, los tantras hindúes y buddhistas difieren radicalmente en sus filosofías.

En el tantra hindú, el foco está puesto en la Shakti femenina como la base espiritual de nuestro mundo, el cual es una manifestación de ella, y la liberación significa deshacerse de las limitaciones impuestas por el nacimiento humano. La unión última del Ser con Dios o Brahman puede obtenerse durante la vida mortal de uno por medio del cuerpo, cuando la Shakti interna alcanza la unión con el Shiva interno. La liberación surge de la fusión del principio universal interno (atman) con el principio externo (brahman). La identidad del Ser o del alma individual (jiva) con lo absoluto es un principio de las creencias védicas e hindúes. Se considera que Brahman es una entidad autoexistente, una inmutable esencia eterna de la realidad.

Por otro lado, encontramos que en los tantras buddhistas, a la consorte se la denomina «prajna»: visión profunda o sabiduría. Los términos «yoguini» (practicante yóguica femenina), «vidya» (conocimiento), «mudra» (sello), o «devi» (deidad) hacen referencia al principio femenino. La Deidad  como la Perfección de la Sabiduría (prajnaparamita) aparece como la verdad final del vacío (sunyata). El conocimiento omnisciente tiene la compasión (karuna) como raíz; tiene la mente iluminada como naturaleza; tiene el voto del Bodhisattva como motivación y contiene los medios para el resultado. Estos coeficientes de sabiduría y compasión se identifican con las perfecciones del Bodhisattva y el entrelazamiento del nirvana y el samsara, de modo que cuando esta sabiduría se combina con los medios, ya no es pasiva sino que aparece en su forma plenamente activa.

Dado que el Señor Buddha Shakyamuni era un Kshatriya, algunos de los rituales de los tantras buddhistas pueden remontarse a los antiguos rituales védicos, tal como el ritual del fuego, y a los Upanisads. Pero, de nuevo, si bien las prácticas pueden tener una forma similar, la filosofía detrás de cada una de ellas varía radicalmente.

Los buddhistas ven la realidad como carente de autoexistencia última y de verdadera naturaleza propia. El triple estado del Buddhakaya está asociado con las esferas espiritual y externa del mapa cosmológico y con determinados lugares del cuerpo humano. En el cuerpo vertical del mandala, la mente tiene preeminencia entre los cinco skandhas, mientras que los otros cuatro son visualizados en los puntos cardinales de la brújula. Meditamos sobre las divinidades celestiales y terrenales dentro del cuerpo, pero lo más importante es que tomamos la generación de la mente iluminada como el fundamento mismo de nuestra práctica. En todas las escuelas del Mahayana, la mente iluminada es la causa raíz del camino espiritual. El cuerpo humano no es meramente una versión en miniatura de lo sobrenatural, sino que contiene la naturaleza del Dharmakaya, del Sambhogakaya y del Nirmanakaya como los cuerpos triples de nuestra Naturaleza Búddhica Iluminada. Sin la generación del pensamiento de la iluminación, no puede surgir ningún resultado. Estas son algunas de las diferencias esenciales entre las visiones buddhista e hindú.

En los tantras buddhistas, la unión de prajna y karuna, visión profunda y compasión, produce la plenitud de la conciencia cósmica a través del encuentro de los opuestos. Es central para la noción de lo sagrado y lo profano cuando éstos son vistos en el espejo de la luz clara de la mente misma. La mente tiene muchas facetas. Su fundamento es lo que llamamos «künshi» o conciencia base total (alaya). Esta es la base sobre la cual es construido tanto el samsara como el nirvana. Es el aspecto claro de la mente misma, el cual no se centra en otras cosas sino que descansa en la percepción de sí misma, como lo ha hecho desde el principio de los tiempos y lo hará hasta que se alcance la iluminación.

Los mahayanistas creen que no debemos entrar ni en el samsara ni en el nirvana, sino que debemos seguir el camino medio. Mediante el poder de nuestra sabiduría no permanecemos en el samsara, y mediante el poder de nuestra compasión no permanecemos en el nirvana. Cuando alcanzamos la iluminación, a la que llamamos nirvana no permanente, nos liberamos del sufrimiento, pero permanecemos en el samsara por compasión hacia los seres que están atrapados en él, y les ayudamos.

En la metafísica buddhista, la visión filosófica de la vacuidad, o sunyata, es primordial para alcanzar la liberación. Si realizamos de que la realidad no tiene autoexistencia última y de que todas las apariencias surgen de la mente, alcanzamos la visión de la no dualidad del samsara y nirvana. Vemos claramente que el samsara es el nirvana, entramos en contacto directo con nuestra Naturaleza Búddhica, y la iluminación se pone a nuestro alcance en esta misma vida.

El Vajrayana es un método. Su intención primaria y su objetivo final son los mismos que los del Mahayana, pero proporciona una metodología de mucha mayor eficacia ya que nos llama a utilizar tanto nuestra mente como nuestro cuerpo en su práctica. Es la tecnología más sofisticada disponible para alcanzar la liberación. Es un poco como viajar en avión en lugar de en tren. Y al igual que un avión necesita muchas condiciones para volar, como combustible, aire, un motor confiable, un diseño eficiente y demás, cuando buscamos la realización a través del Vajrayana necesitamos esforzarnos asiduamente para llenar todos los requisitos necesarios para el logro del resultado.

Preeminente entre estos requisitos es nuestra meditación personal diaria sobre las dos etapas de creación y culminación, la visualización del mandala y la deidad. La recitación de mantras, la práctica de yogas físicos como el yoga de la respiración, el yoga del calor interior, el yoga del sueño y las posturas meditativas, como así también el cultivo de la mente iluminada y el cultivo de la conducta ética, son también factores cruciales.

Después de recibir una iniciación Vajrayana, hay muchos votos que debemos mantener además de los votos monásticos Pratimoksa y los votos Mahayana. También existen los votos tántricos, sin los cuales ninguna práctica puede ser efectiva. Es muy parecido a un agricultor que cuida sus cultivos. Si quiere tener las condiciones adecuadas para una buena cosecha, debe proteger su cultivo de elementos adversos como el granizo o las inundaciones; debe asegurarse de que la tierra esté bien abonada, debe proporcionarle suficiente luz solar y agua, y así sucesivamente.

Del mismo modo, cuando buscamos resultados espirituales, necesitamos establecer las condiciones apropiadas para que éstos surjan. Si practicamos correctamente, entonces, surgirá de forma natural el logro de la visión de la no diferenciación de samsara y nirvana, y con ello los siddhis mundanos y supramundanos que nos permiten ayudar a otros seres.

El método tántrico utilizado en el Tíbet era muy sofisticado y estaba cuidadosamente sistematizado para que los practicantes sinceros y capaces tuvieran resultados garantizados, siempre que tuvieran la mente iluminada como su motivación raíz.

Como se ha mencionado anteriormente, la generación de la mente iluminada es central tanto en la práctica Mahayanista como en la Vajrayanista. Sus tres fundamentos son el amor, la compasión y la generación de la mente iluminada, o bodhichitta.Toda práctica debe surgir del altruismo.

El amor significa que queremos que todos los seres de todos los reinos de existencia sean felices, la compasión es el deseo de que los seres sintientes se aparten del sufrimiento, y la generación de la mente de la iluminación es la búsqueda de la iluminación por el bien de todos los seres sintientes. Sin amor y compasión, la mente de la iluminación no surgirá; y sin la mente de la iluminación, no se puede alcanzar la liberación. Si la mente de la iluminación es como una semilla que plantamos, el amor y la compasión son como el agua que vertemos sobre ella mientras crece hasta fructificar. Y así, se rinde especial homenaje a la compasión, sin la cual no puede surgir la causa raíz de la iluminación.

Entonces, esta es la razón por la que meditamos en algunos tantras padre-madre (yab-yum) en los que las deidades están en unión, la unión de la sabiduría y la compasión.

Durante el periodo de mayor florecimiento del buddhismo en la antigua India, existía una vasta tradición tántrica relacionada con la práctica del mandala. El término ‘mantra’ puede definirse como un método para proteger la mente contra la conceptualización o conceptos que poseen ciertas marcas o características. La eficacia del Vajrayana reside en muchos factores, el más importante de los cuales es la línea de transmisión directa de la iniciación o abhiseka la cual ha sido ininterrumpida desde que el Señor Buddha Shakyamuni puso en movimiento la Rueda del Dharma. El término ‘mandala’ puede definirse brevemente como un método sobre la base del cual uno puede alcanzar y mantener la sabiduría co-emergente espontánea de la gran dicha que siempre está presente dentro de la mente. Para entrar en la práctica del mandala hay que recibir una iniciación, una consagración.

La transmisión es particularmente importante en Vajrayana, ya que el lama es parte de un linaje de maestros que han recibido transmisión directa procedente del Adi-Buddha Vajradhara, el Buddha bajo el cual pueden subsumirse las cinco familias Búddhicas. Esta bendición directa e ininterrumpida debe recibirse antes de que pueda producirse la maduración especial. En los tantras se dice que, si deseamos recibir una transmisión, debemos encontrar al Guru con el que tengamos una conexión kármica especial y que reúna todas las cualificaciones para enseñar los Tantras.

Cuando encontremos a este Guru, debemos recibir transmisiones y explicaciones de él. El Guru es visto como un sacerdote que nos confiere la iniciación en los misterios de la religión. La eficacia de la iniciación es que purifica las apariencias relativas a las impurezas que obstaculizan la naturaleza esencial de la gran dicha que reside en la mente. Tiene la capacidad de ese despertar que hace de uno un recipiente adecuado para contemplar la luz clara. La continuidad de la iniciación Vajrayana se ha mantenido a través de la transmisión ininterrumpida que sirve para madurar al practicante y conducirlo a la liberación.

Debemos recibir la enseñanza sobre las cinco familias de Búddhicas en la forma de un Wang-kur (empoderamiento), la transmisión o permiso para practicar el Tantra.

Después de recibir la transmisión, debemos cumplir sus obligaciones y aprender a vernos a nosotros mismos muy claramente como el resultado. Entonces, debido a la conexión especial entre causa y resultado, el resultado surgirá de forma natural. Nunca se otorga un empoderamiento mayor a una persona que no tiene la capacidad de generar la mente iluminada (bodhichitta).

Si en el Mahayana uno no debe practicar sin un maestro, esto es tanto más cierto en el Vajrayana. En estos días y época, la mayoría de las enseñanzas se han puesto por escrito pero, sin embargo, siempre deben enseñarse oralmente. Uno no puede obtener ningún resultado por el mero hecho de estudiar un texto. En el Vajrayana, es necesario recibir el Wangkur, el cual es la puerta al Tantra, y sin el cual no se puede emprender su práctica. En muchos casos, aparece una clara señal cuando encontramos al Guru con el que tenemos un vínculo kármico. En el momento en que Tsarchen, el gran maestro Sakya, oyó hablar del maestro Sakya Doringpa, sintió la imperiosa necesidad de encontrarse con él allí mismo. Vajrayogini, la deidad femenina, se le apareció y le dio un libro diciendo: «Este libro te lo ha enviado Doringpa». Tsarchen preguntó a su alrededor para averiguar dónde estaba Doringpa e hizo el esfuerzo de encontrarse con él. Cuando recibió de él la consagración y las instrucciones, obtuvo resultados mucho mejores que los que nunca antes había tenido. Por lo general, hay una señal inequívoca que indica cuándo hemos encontrado a nuestro Guru.

Se hace referencia al Mahayana como al yana causal, porque en él nos esforzamos por practicar una conducta moral con el fin de crear las causas correctas para la liberación. El Vajrayana se denomina yana resultante, porque desde el principio nos visualizamos como el Buddha en una u otra forma. Practicando la visualización de este modo, las inmensas cualidades del Buddha surgirán automáticamente en nuestro ser. Todo nuestro organismo es en realidad el Buddha puro y siempre lo ha sido, pero como estamos envueltos en la ilusión no somos capaces de verlo. Esta no es una conclusión arbitraria, sino más bien, tenemos el ejemplo de innumerables otros seres que han purificado sus obscurecimientos y han alcanzado la iluminación usando estos métodos.

Hay muchas tendencias o predisposiciones que necesitan ser transformadas ya que no tienen base en el alaya —o conciencia base— consecuentemente ellas pueden ser la causa de mucho sufrimiento. Podemos tomar como ejemplo las energías sexuales; como tales, estas se consideran convencionalmente como obstáculos para el camino espiritual, pero si se utilizan correctamente, pueden ayudarnos inmensamente. De hecho, no existe tal cosa como la impureza. Las impurezas aparecen debido a que no hemos realizado la verdadera naturaleza de nuestras mentes y aún pensamos en términos de sujeto y objeto.

Hay un número infinito de seres de todo tipo, pero pueden subsumirse en cinco categorías, y aunque estas cinco pueden incluirse en una sola, las enseñanzas de los cinco tipos diferentes son una importante visualización para empezar. Imaginamos un mandala que contiene a los cinco Dhyani Buddhas, todos los cuales alcanzaron la iluminación como lo hizo el Buddha Shakyamuni, en un eón u otro. Cuatro de ellos se colocan en los cuatro puntos cardinales y uno en el centro del mandala. El Buddha del centro es azul oscuro y se llama Akshobhya, el «Inmóvil». En el este está el Buddha Vairochana blanco, «Aquel que Crea Apariencias». En el sur está Ratnasambhava amarillo, «Aquel que tiene la Naturaleza de una Gema», y en el oeste está Amithaba rojo, que significa «Luz Ilimitada». En el norte está Amoghasiddhi verde, «Aquel que es Habilidoso en el Logro de Todos los Actos Posibles». Todos ellos tienen la forma del Buddha Shakyamuni, excepto que tienen gestos de manos diferentes. Akshobya toca la tierra con el mudra Bhumispara, mientras que las manos de Vairochana están en el gesto de enseñar; Ratnasambhava exhibe el gesto de dar, Amithaba el de meditar y Amoghasiddhi levanta su mano derecha para mostrar el Vajra cruzado en su palma, el gesto de la intrepidez.

Estas cinco deidades y sus colores están relacionados con las cinco impurezas más comunes que nos afligen como resultado de los oscurecimientos de nuestra condición humana: El Akshobya azul está relacionado con la ira, el Vairochana blanco con la ignorancia, el Ratnasambhava amarillo con el orgullo y la tacañería, el Amithaba rojo con el deseo y el Amoghasiddhi verde con la envidia. También hay marcas de las cinco razas Búddhicas en los cuerpos de los seres. Las personas que se enojan a menudo tendrán una marca similar a un Vajra en su cuerpo, y pueden ser claramente reconocidas como pertenecientes a la familia Vajra de Akshobya. Dado que el Buddha Akshobya representa la transformación completa de la ira, estas personas lograrán con particular facilidad y rapidez purificar sus impurezas si practican el camino relacionado con Akshobya. Nunca consideramos ninguna impureza en particular, como la ira o el deseo, como algo que deba reprimirse, sino que vemos las energías atadas a las impurezas como material que debe purificarse y transformarse en los cinco Buddhas, cada uno de los cuales es la encarnación de un aspecto particular de sabiduría. Esta es otra razón por la que llamamos al Vajrayana el yana resultante.

Hay seres ilimitados con gustos y predisposiciones diferentes y, por eso, para adaptarse a seres de distintos temperamentos, la sabiduría trascendental del Buddha ha tomado formas diferentes. Las personas con un fuerte deseo meditan en las deidades de forma apasionada, abrazando a consortes rodeadas de muchas deidades; para las personas con mucho odio, hay meditaciones sobre deidades en formas muy iracundas; aquellos con mucha ignorancia pueden meditar en deidades muy elaboradas con muchas joyas y ornamentos, pero en realidad estos son diferentes aspectos de la misma sabiduría trascendental. La sabiduría trascendental es la sabiduría divina, el poder y la energía del Buddha.

Muchos de los tantras fueron impartidos por el Señor Buddha Shakyamuni, incluido el Tantra Hevajra, sobre el cual se basa la principal práctica Sakya del Lamdré.  Esta es una extensa  enseñanza que incorpora todas las prácticas del Theravada, Mahayana y Vajrayana. En nuestra tradición, fue transmitida directamente por la consorte de Hevajra, Nairatmya, a Virupa, el gran Mahasiddha indio y sabio de Nalanda, y posteriormente fue llevada al Tíbet por el traductor Drogmi, quien vivió entre 978 y 1072 EC.

El Lam Dre Lob She o ‘Camino como Resultado’, es una vasta enseñanza basada en el empoderamiento y la práctica del Tantra Hevajra. Incluye la filosofía del Tantra, y también todas las prácticas tántricas, como el yoga del calor interior, el yoga de los sueños, las prácticas respiratorias, y demás. Muchas otras tradiciones de tantra practicadas por los Mahasiddhas y Panditas de la antigua India tienen transmisiones específicas que fueron introducidas en el Tíbet por los traductores y se han mantenido hasta nuestros días. Una de estas transmisiones es el Vajramala, o Rosario Vajra, que procede del gran maestro indio Avayakara Gupta, quien fue agraciado por una visión de la deidad Vajrayogini en tres ocasiones. Avayakara Gupta fue un gran pandita dotado de las más altas capacidades. Había visto la naturaleza de la realidad, había recibido inspiración directa de la deidad y era inmensamente erudito. Es sobre la base de estos criterios que compuso la colección de escrituras conocida como el Vajramala.

Avalokiteshvara le confirió muchas enseñanzas externas, internas y secretas, en base a las cuales Avayakara Gupta compuso tratados relativos a casi doscientos mandalas diferentes. Éstos han llegado hasta nuestros días sin interrupción alguna en su transmisión.

Hay también muchas enseñanzas esotéricas especiales, como las de Naropa, Vajrayogini y los once yogas, las de Mahakala y, especialmente, las de Vajrakilaya, la que nuestra familia sigue sosteniendo de la antigua tradición Nyingmapa; Sarvavidya, que se utiliza para los moribundos y los muertos, Vajrabharava, la forma iracunda de Manjusri de las «Enseñanzas Doradas» y muchas otras. Pero la mayoría de las enseñanzas básicas Sakya, desde la etapa de preparación hasta el logro de la iluminación, están incluidas en el Lam Dre Lob She. Otras transmisiones, incluidas las colecciones de Avayakara Gupta y Mindra Yogin, pueden encontrarse en la rGyud Sde Kun bTus, o «Colección de Tantras» que, además de las ya mencionadas, incluye colecciones de otras tradiciones. Como los Tantras estaban en peligro de perderse, la publicación de este compendio fue iniciada en el siglo XIX por Jamyang Loter Wangpo. Este último supervisó la preparación de treinta y dos volúmenes, los cuales fueron el resultado de siglos de meticulosa recopilación por parte de los enciclopedistas. Él mismo fue considerado una emanación de Vajrapani, el Señor de los Secretos que sostuvo y protegió las enseñanzas de Shakyamuni, y se dice que fue quien reunió y preservó las enseñanzas esenciales en esta era degenerada. Las cualidades y el aprendizaje de Jamyang Loter Wangpo eran inconcebible-mente vastos.

¿Por qué encontramos la liberación a través de la práctica del Vajrayana?

La motivación con la que el Señor Buddha nos enseñó a perseguir el ideal del Bodhisattva es la causa que realmente nos lleva a la liberación, y la continuidad de su bendición nunca se ha interrumpido desde el Adi-Buddha Vajradhara hasta nuestros días. Una sucesión de maestros ha mantenido escrupulosamente la pureza de la enseñanza esencial del Señor Buddha sobre la no diferenciación del samsara y el nirvana y ha puesto a disposición de los demás una inmensa variedad de métodos para ayudar a los seres con diferentes personalidades a obtener la realización. Como ellos mismos estaban determinados a la iluminación, sus bendiciones han resultado en una lluvia de sabiduría para aquellos que persiguen el ideal del Bodhisattva.

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